ALCARRÁS (Crónica de una muerte anunciada)
Cinco años después del estreno de Estiu 1993, Carla Simón nos vuelve a hechizar con un cine muy
cercano y muy humano.
Alcarrás no es solo una película bonita, si no que mantiene la esencia de la ópera prima de Carla Simón, tanto narrativamente como estéticamente. Las miradas de los personajes, los respiros entre una toma y otra… hacen que el ritmo de esta historia sea el perfecto haciendo denotar, así, el duro trabajo en la preproducción y posproducción.
Algo a destacar en Alcarrás, es, sin duda alguna, los personajes. Todos y cada uno de ellos están perfectamente creados, no cuelgan, todos tienen su personalidad propia y en ningún momento esa personalidad es pisada por otro personaje. Además, es muy importante que, aún habiendo más de 10 personajes principales en ningún momento no conocemos a ninguno de ellos bien y en ningún momento no comprendemos a ninguno de ellos. Todo está bien explicado, bien amarrado. Cada personaje es fiel a él mismo desde el minuto uno de la película y nunca perdemos la pista del otro, cada personaje representa una figura de cualquier familia y nos enseña algo diferente, como puntos diferentes de la historia, sin marearnos en ningún momento gracias al montaje de Ana Pfaff.
Carla Simón juega con las miradas, siempre poniendo de perfil a sus protagonistas, menos al final, cuando por fin están de frente al suceso que tendrán que aceptar desde el primer momento de la película, haciendo de la trama una crónica de una muerte anunciada, y, aunque sabemos desde el primer momento lo que va a pasar, el espectador mantiene una pequeña esperanza durante dos horas intentando que se solucione la situación, al igual que Roger, que lucha por su tierra como nadie, nosotros luchamos en nuestro interior porque la historia de esa familia, que en apenas 10 minutos hemos cogido cariño, no se vea arruinada.

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