EL VIENTO




El invierno aquí es frío. No llueve mucho, al menos no tanto como solía ocurrir en mi antiguo hogar. Sin embargo, el viento… El viento es imparable.

Recuerdo mis primeras noches en esta casa. Un ruido, muy fuerte y opaco, golpeaba contra la pared. No fue hasta que pasaron un par de semanas cuando pude por fin entender de dónde venía ese furor. ¿Quizás son los vecinos? Pensaba. La solución era otra totalmente diferente. Era su presencia. Las contraventanas azules eran golpeadas contra la pared, sin opción de pausa. Pero el saber su origen no hizo que mi frustración de no poder pararlo pudiera tener un fin.

El viento comienza a cesar con la llegada de la primavera, aunque sigue manteniéndose presente en cada noche con tormenta de verano.

Yo ya llevaba cuatro meses viviendo en esta ciudad, al sur de Francia, sin embargo, nunca antes me habían hablado del viento.

Hacía unas semanas había conocido a mi amigo Luiz que venía de Brasil en un foro de internet donde nos reuníamos semanalmente por videoconferencia. Nuestra misión era mejorar nuestro Francés. Yo, apenas tenía idea de como pronunciar Au revoir. Él, por su parte, llevaba ya casi dos años viviendo en el país. No fue hasta finales de verano que nos reunimos en persona. Fui, junto a otra persona del foro, a su casa. Él no vivía en la ciudad, si no más hacia la campaña francesa. Allí, cuidaba una casa a cambio de vivir en ella. En ese momento, nos contó que iba a mudarse. Yo, sorprendida, le dije que también había estado buscando un apartamento. Que iba a vivir en una nueva zona de la ciudad. De pronto, nos dimos cuenta que apenas estaríamos separados por diez minutos de trayecto que llevaba de una casa a otra. No sabemos cómo surgió esa casualidad. Quizás fue el viento que nos llevó a ella. Nos arrastró sin nosotros apenas habernos dado cuenta.

Con el fin del verano y el comienzo del invierno. Luiz y yo comenzamos a realizar planes cada fin de semana. Normales en su totalidad. Llegado el viernes, un mensaje resonaba en mi teléfono: ¿Disponible el sábado? Por ende, un sí era enviado ya casi de forma inconsciente.

Una pizza, unas copas, canciones y bailes, acompañaban nuestras noches. Siempre con la compañía de Jean o de Félix. De vez en cuando, sus novias aparecían en escena.

Recuerdo a la novia de Jean, en especial. No sé su nombre, ni su edad pero había algo en ella que parecía hacerla imparable, libre… Fue ella quién me habló del viento. “Siempre está presente, pero, cuando te acostumbras, se va. Es como… Como si quisiera remover algo de ti, de tu interior. A Jean le aterroriza, es una de las cosas que menos le gusta de aquí. Yo… Yo creo que me he acostumbrado, me he hecho al viento. Creo que es mágico. Va y viene. Apenas te das cuenta cuando desaparece. Sin embargo, cuando comienza parece tener la necesidad de avisar a todo el mundo. Entra saludando fuertemente, dando un golpe seco en la puerta de entrada.”

Con el paso de los meses, el viento ha seguido ahí, cubriendo cada vacío temporal, recordándome a lo que antes se sentía como lluvia pero que ya nunca más estará.



Céline 

Comentarios

Entradas populares